Antes de morir quiero que me prometas tres cosas, le dijo Mumtaz Mahal a su enamorado marido el emperador Shah Jahan.
Mumtaz acababa de dar a luz a su enésimo hijo en el mismo campo de batalla al que él le había arrastrado….no podía pasar más de 9 segundos lejos de ella….
Pero esta aventura de romanticismo atroz acabó mal. Ella murió y él, a pesar de tener otras dos mujeres y un harén lleno de concubinas, la lloró hasta el final de sus días.
Las promesas que el emperador cumplió como un mandato divino fueron: cuidar de todos sus hijos por igual, no casarse nunca más y construir un monumento funerario para que el mundo entero no olvidara a la bella y fiel princesa Mumtaz.
Casar, no se volvió a casar. En cuanto a sus hijos, él los cuidó, pero eran tiempos bravos y no tuvo mucha suerte con ellos. Uno, acabó con varios hermanos y lo encarceló para quedarse con el imperio y…si, la tercera promesa la cumplió con un resultado brillante. Hizo construir el monumento funerario más bello del mundo, el Taj Mahal.
Miles de obreros artesanos y técnicos de todo tipo trabajaron sin descanso entre los años 1632 y 1653 y lo primero que te pasa por la cabeza cuando lo miras de frente es que es tan blanco y perfecto que parece que se hubiera acabado de hacer tan solo hace unas semanas.
Tal fue la satisfacción del emperador cuando vio la obra terminada, dicen que ordenó cortar las manos a los artesanos y los ojos a los calígrafos para que nunca pudieran hacer nada igual.
India es infinita pero acercarse a ella y no hacer un alto en el camino en la ciudad de Agra para admirarlo es realmente imperdonable.
Mis ojos tuvieron la fortuna de hacerlo en mi último viaje a India. Sólo espero que no sea la última vez…..
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| Atravesamos el velo y vemos la cara de Mumtaz Mahal |
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| Este es mi particular Taj Mahal |
